Es cosa bastante cierta de este mundo de la recreación, que quien más quien menos empieza con la siguiente frase: “esto mola”. A esta desafortunada frase sigue la compra de algún tipo de material que a medida que te metes más y más en el tema recreacionista (ojo, y no únicamente medieval, que pasa en todas las categorías y épocas), te das cuenta que:
A) No es propio de la época que quieres recrear y por tanto FAIL
B) Es malo de narices, incomodo y un “pongo” espectacular
C) Te condiciona la adquisición de otro material para tener coherencia.
Lo normal es que se dé una sola de las anteriores, pero no es raro que se den las dos últimas, y si, aunque es de traca y cohetes también se da el caso de un objeto maldito que contiene las tres pero no te das cuenta hasta que es demasiado tarde (aquí debo decir que por fortuna no es algo que me haya pasado en carne propia, pero cruzo los dedos)
Por tanto, y a riesgo de parecer serio (es un precio que estoy dispuesto a pagar), me propongo hacer una serie de ejercicios de reconstrucción de vestuario medieval de tipo militar con uso de bibliografía y otras documentaciones variadas.
Y para empezar, en el capitulo de hoy:
Un peón de la corona de Aragón
Los caballeros son la imagen que tenemos todos en mente cuando alguien menciona “medieval” (por bien que a otros les venga Manowar a la cabeza…). Pero en pleno siglo XIII, estos señores a caballo son una minoría. Con ellos, pajes, escuderos, sirvientes, peones, hombres de armas y mercenarios, les servían en batalla siendo mucho más numerosos que los primeros. Por tanto, y como primer ejercicio de coherencia, escogeremos a un combatiente a pie (a menos que tengamos caballo, que algunos sí) para iniciar nuestra fiel reconstrucción de época.
Paso primero: Vestuario
El vestuario inicial de un hombre de guerra es por lo general básicamente idéntico a un civil:
Para empezar, el calzón, pieza de tela que al principio puede parecer desmedida y elemento básico de la ropa interior.
Seguidamente, las calzas, unas medias de tela, o unos calcetines king size, según se mire, que van atadas al calzón en la cintura.
Encima de esto, cubriendo el torso, la camisa. Está prenda no tiene nada que ver con las camisas actuales, y su nombre puede llevar a engaño. Imaginémosla en el s. XIII como una túnica corta (aproximadamente por las rodillas), con mangas largas sin decoración alguna. Esto es porque es la ropa interior, la que está en contacto con el cuerpo y la que no se muestra. No es raro que muestre remiendos de un uso extensivo, pues debemos tener en cuenta que más allá de un par de camisas en toda la vida solo las tenían la gente con recursos económicos abundantes.
Para rematar la parte textil, la gonela (gonella en Cataluña), es finalmente la túnica, sensiblemente más larga que la camisa, que cubre el conjunto. Es posible que tenga un teñido de color, bordados y otras decoraciones
Para los pies, hay varias opciones, a saber:
Una suela de cuero cosida a las calzas, barato y fácilmente intercambiable en caso de desgaste.
Unos zapatos de cuero, no tan barato pero bastante más cómodo y que deja el pie más protegido.
Avarcas o alpargates, en cuero o esparto y con correas, calzado econòmico y fácilmente reemplazable.
Paso segundo: El arnés
No entendamos por favor arnés como correas (que ya me han hecho el chiste más de una vez), el arnés de un combatiente es por definición “su conjunto de armas ofensivas y defensivas”.
Vayamos por partes, pues esta es un apartado equipamiento opcional.
El perpunte, es una pieza que genera cierta controversia sobre sus materiales y construcción, hay fuentes que la citan como un gambax, es decir, tela rellena y pespunteada lisa y llanamente, otras fuentes hablan de una túnica de cuero sin mangas y larga hasta las rodillas que puede o no ir con acolchado y pespunteado para sujetarlo todo, y finalmente un mixto que combina la pieza de tela acolchada con refuerzos en cuero. Personalmente, me inclino por una validez de todas ellas, según contexto y capacidad económica de su dueño. Lo peculiar de esta pieza es que en la zona geográfica tratada se viste por encima del ausberg (ver a continuación).
Ausberg o ausberc (loriga en castellano, hauberk en inglés), básicamente una camisa de malla o cota, de longitud variable (de medio muslo hasta un poco más abajo de las rodillas) y que podía incorporar manga larga con manoplas, manga larga a secas, manga corta, y “capmall” o almofar. Lo más normal para un peón sería un “ausberg” corto (acaba a la altura del cuello, cubre la mitad del muslo y tiene mangas hasta el codo), pero también podría ser de manga larga, o para alguien que pudiera pagárselo, integral con todas las opciones (y eso que no estamos vendiendo coches).
Cofia, una cofia de tela acolchada para vestir debajo del capmall o de la cervellera, la iconografía la muestra como una pieza muy ajustada que en ocasiones era vestida ella sola sin más protección para la cabeza.
Cervellera o cabasset (capacete en castellano), consistente en un casco de una pieza semiesférico. Cubría bien la cabeza mientras facilitaba la respiración y dejaba libre el campo de visión de su usuario. Opcionalmente se podía usar su versión mejorada, “el capell de ferro”, que no es más que un capacete con visera como un sombrero, que aumentaba la protección de los golpes venidos desde arriba (algo más usual de lo deseado para los que luchaban a pie). Es interesante destacar, que ninguno de estos dos tipos de casco tenia nasal.
Lanza, un asta de madera de entre 1,60 y 2 metros con una punta metálica, pensada para empuñarla y mantener distancias más que para lanzarla.
Espada, normalmente cortas (alrededor de los 70 cm. a 90 cm.), de cruz recta y pomo de moneda, enfundada en una vaina de madera forrada de piel, pendía vertical sobre la pierna izquierda de su portador, bien colgada de un cinto bien suspendida de una correa llevada en bandolera sobre el hombro opuesto.
Escudo, el escudo de esta época es de madera, y un peón normalmente lo llevaría simplemente pintado, aunque, otros con mejor suerte en el campo económico lo recubrirían de cuero o de varias capas de tela. La iconografía representada no solía ir muchos más allá de los colores heráldicos de su señor o alguna imagen simple, lejos de la naciente complejidad de los escudos nobles. El escudo de un peón era corto, curvado, con la base semicircular y la parte de arriba plana y no llegaba al metro de altura.
Para aquellos que esperaban ver mencionado el gambesón, sintiéndolo mucho, en esta parte de mundo se estilaba el perpunte por fuera y no hay mención a acolchado interior salvo la cofia.
Paso tercero: combinando
Peón básico:
Vestuario completo con alpargatas y además, un perpunte, cabeza protegida por una cofia y lanza (o más raramente, espada corta).
Peón intermedio
Vestuario completo, con zapatos de cuero y además, perpunte, ausberc corto (sin capmall), cervellera, escudo de madera corto (80cm de alto) y espada,
Peón rico
Vestuario completo, zapatos de cuero y además, perpunte, ausberc completo con manoplas, manga larga y capmall incorporados, cervellera, escudo de madera corto, espada.
Conclusiones
Teniendo clara la tipología de persona a recrear es más fácil buscar información y poder ir adquiriendo (o fabricándose) poco a poco el material, empezando por la ropa, y acabando por el arnés lo más completo posible.
Bibliografía:
Hernandez, F., Història militar de Catalunya (vol. III), 2003 Barcelona, Ed. Rafael Dalmau.
Riquer, M. Caballeros medievales y sus armas, 1999 Madrid, Ed. UNED
Riquer, M., L'Arnès del cavaller : armes i armadures catalanes medievals, 1968 Barcelona, Ed. Ariel.